Esta foto es de mi padre junto a dos amigos. Es de poco después de la muerte de mi madre, a juzgar por las señales de luto en la solapa y la corbata negra.
Cada tanto aparecía mi padre, quien venía a visitarnos. Recuerdo que empecé a olfatear que algo había entre mi padre y Betty, lo que no me satisfacía puesto que me resultaba difícil aceptar que mi madre fuese sustituida.
Para ese entonces mi padre había abandonado Ceres y en sociedad con mi tío Arón Aronson establecieron un comercio de ramos generales, típicos de la campaña, en el Pueblo de Portalis (actualmente se llama Logroño), a unos 60 Km. de Ceres, hacia el noreste sobre el ferro-carril Central Norte Argentino, de trocha angosta que venía de San Cristóbal y se internaba en el Chaco.
Mi abuelo trabajaba en un corralón de maderas, acarreando tablones. Betty trabajaba en la máquina de coser en un taller de costura. Recuerdo que un día me regaló un reloj pulsera, pero como no conocía la materia lo compró con pulsera de cinta. Cuando nos enteramos que era reloj para mujer, fue grande la desazón de ambos. Me costó deshacerme de él, porque me gustaba y no me parecía importante el detalle de la pulsera.
Estas son dos fotos de mi padre con su atuendo campero que siempre solía usar. Corresponden a mediados del año 1927.
Esta foto tiene al dorso la fecha: 25 de agosto de 1927, pero lo más interesante es que está dirigida a “Sta. Berta Aronson. Bs.As., de tu querido Juan” y a continuación, una declaración de amor: “Mis ojos lloran por verla y mis labios por hablarle y mis brazos por abrazarla.”
Ahora sé de donde proviene mi veta sentimental y poética.
Esa otra foto, con atuendo urbano, creo que corresponde a la misma época de su vida sentimental.
Así estaban las cosas, cuando más o menos al año, se produce la novedad: mi padre se casa con Betty y se van a vivir a Portalis (hoy Logroño) llevándose a Samuel.
En cuanto a mi, estaban todos de acuerdo en que el mejor lugar para mi era vivir con mi abuela paterna, junto a Simón. Se consideraba que ese era un ambiente de mayor estímulo intelectual. Simón, además de trabajar, estudiaba. Además tendría frecuentes contactos con Arón Levin y con Isaac. Mis relaciones con Simón eran muy buenas; siempre fueron de nivel fraterno. Además en esa época Isaac era secretario y traductor en un diario idish, lo que significaba que nos traía continuamente entradas gratis para distintos cines.
Mis abuelos maternos quedaron solos. Mi abuelo había sido operado de próstata y creo que era un hipertenso. Le aconsejaron abandonar el trabajo en el corralón. Eso hizo que se instalaran en la calle Triunvirato, a pocos metros de donde vivían, con un quiosquito portátil para venta de cigarrillos. Mi abuelo además hacía el reparto de un diario idish. El era completamente analfabeto y no hablaba nada de español. Hablaba idish y ruso. Era un hombre tranquilo y le gustaba, a veces, tomar una copita de una bebida que él se preparaba; creo que era una bebida típicamente rusa: alcohol que diluía con té y le agregaba pimienta. Un día me invitó a que lo probara; ese día no solo vi estrellas sino todo el cosmos.
Esta foto es de mi abuela materna en sus últimos años.
Recuerdo que por ese entonces, de la Embajada de EEUU, le comunicaron a mi abuelo, que un hermano de él que había emigrado a EEUU cuando mi abuelo emigró a la Argentina, había fallecido y había dejado un legado del cual le correspondía una parte y que significaba varios miles de dólares. Se iniciaron trámites. Le planteaban la necesidad de ir a EEUU. El tiempo pasaba y finalmente nunca se supo más nada.
Yo los visitaba regularmente y me prodigaban muestras de gran afecto. Yo era el nieto mayor, hijo de la hija mayor fallecida a quien mucho querían y creo que eso motivaba una mayor sensibilidad. Recuerdo que una vez mi abuela me obsequió con una cajilla de cigarrillos Partagás que eran muy caros. Lo más interesante era que yo no fumaba, pero igual insistió que lo llevara. Pienso que ella imaginaba que yo ya era grandecito y ya debía iniciarme en las lides de los hombres. En ese entonces yo tendría unos trece años y recuerdo que en el siguiente viaje de vacaciones en tren a la casa de mi padre, abrí esa caja de cigarrillos. Esa primera experiencia de fumar no me resultó muy agradable.
Esos viajes que realizaba una o dos veces en el año, los hacía en tren, en 2ª clase. El trayecto era de unos 700 kilómetros. Salía de Estación Retiro; después de unas cuantas horas llegaba a Rosario y luego de un tramo aún mayor, al día siguiente, llegaba a Ceres. Ahí me iba con mi canasto a la casa de los tíos de mi padre: Minond y Ruderman a esperar que mi padre o mi tío Arke vinieran a buscarme, para llevarme a Portalís o a Tostado.
Recuerdo que en uno de esos viajes, creo que en las vacaciones de invierno, al llegar a Portalís y antes de irme en tren a Tostado, que era dónde en ese entonces vivía mi padre, mi tío Arke me dijo que ya era lo suficientemente grande como para ponerme los pantalones largos y sacó del comercio un par que me hizo vestir. Fue un momento muy emocionante para mi, porque eso significaba algo así como un ascenso en la escala de la personalidad, con un cambio también de responsabilidades y obligaciones. Dejaba de ser niño. En ese entonces yo tendría unos 14 años. Para un adolescente, vestir pantalones largos tenia una carga emotiva considerable, pues le imponía una figuración que lo distanciaba ahora de quien aun seguía usando pantalones cortos.
Estamos ahora en Portalís.
Aquí se ve un corredor detrás del comercio, donde con frecuencia se organizaban churrasqueadas y como se ve, con bastante cerveza. En esta foto, el que aparece en el fondo, con las dos manos hacia adelante, es mi padre, quien era el anfitrión. El que está sentado a la izquierda de la mesa, era el comisario del pueblo, Don Bartolo Basualdo. Otro personaje que solía asistir, era el Juez de Paz, Don Pedro Palacios, gran mamertín, hermano del famoso político socialista Dr. Alfredo Palacios, que fue embajador argentino en Uruguay, muchos años después.
En la foto de la derecha, está mi padre sentado en lo que sería la vereda frente a la puerta esquina del comercio de ramos generales que tenía en Portalis (actulamente Logroño), en sociedad con su cuñado y tío mio: Aron Aronson y que giraba bajo la firma: “Aronson y Levin”. Previo a la iniciación de clases, mi hermano Samuel Levin y su primo José Arenzon, un año mayor que él, fueron a inscribirse en la escuela y cuando les preguntaron por el apellido, ambos dijeron: “Aronson y Levin”.
Yo en Buenos Aires vivía placenteramente. Estaba siempre pegado a Simón. El me llevaba a cuanto lugar yo pudiese concurrir. Como ven en las fotos de más abajo, iba con él a parques; remo en bote; playas, etc. Recuerdo que me llevó al Teatro Colón a escuchar una orquesta de un Strauss, que tocó “Voces de Primavera” y me gustó muchísimo. Recordando cuanto voy escribiendo ahora, valoro la importancia que tuvo Simón en ese empeño en despertar en mí el interés por manifestaciones artísticas, literarias, políticas, sociales, etc. Pese a las limitaciones que él tenía en ellas. Fue por él y que pese a mi corta edad, tuve noticias de un Anatole France, un José Ingenieros, un Almafuerte, un Emilio Zolá, un Leonardo de Vinci, etc., etc. El me compró lápices Conté y esfumino para que me iniciara en la práctica del dibujo. Un buen día, en que dispuso de unos pesos, compró una máquina de escribir portátil y no es fácil imaginar mi alegría cuando me autorizó a que yo practicara en ella.
Los primeros tiempos de vida de las dos familias en Portalis, era muy estrecha.
En esta foto, yo tengo en brazos al 4º hijo de Arke: Leonardo, pero le decían Lipe.
La puerta y ventana que se ven en el corredor daban a la única pieza y en ella dormíamos: Arke, Jane y sus cuatro hijos, mi padre, Betty, Samuel y yo cuando venía en las vacaciones.
Hacia la izquierda de la foto se alcanza a ver parte de un gran tanque de hierro, que tenía una capacidad de 5000 litros. En él se almacenaba el agua de lluvia que recogía el techo de la vivienda y que se utilizaba para beber y en los menesteres de la cocina.
Junto al tanque se observa un cajón y sobre el mismo, un balde con el que se sacaba agua del tanque. Junto al balde había un jarro con el cual se servían todos quienes tenían sed. Como se ve, se infringían absolutamente todas las normas de higiene, que por otra parte, nadie conocía. Al parecer ya todos estaban inmunizados, porque no recuerdo que nadie hubiese tenido algún cuadro infeccioso importante.
En el mismo lugar fueron tomadas las dos fotografías de más arriba: en la primera se ve de pié a Samuel, vestido como para viajar y teniendo parada sobre la silla , creo que a Tila, la hija de Arke. Al fondo se ve una viejita con pañuelo en la cabeza: era la suegra de mi tío Aron.En la segunda foto están Betty y mi padre en clima almibarado y solamente amargado por el criollísimo vicio del mate.
En esta foto de la izquierda, con el arbolito al medio, están José Arenzon a la izquierda y Samuel Levin a la derecha. Son ellos los que manifestaron su apellido como: Aronson y Levin.
Pasó un tiempo y nació Juanita. A este respecto hubo una anécdota risueña: como en Portalis no había ningún servicio médico, Betty se fue a Moisés Ville a esperar el parto. Estaba en la casa de mi tío Boris, quien vivía allí y tenía un auto de alquiler.
Cuando nació Juanita, le avisaron a mi padre mediante un telegrama. En ese entonces los telegramas eran escritos a mano, sin mucho respeto por la ortografia; además era una imposición de economía, ahorrar palabras. El telegrama decía más o menos así: “Nació nene”.
Ya habían dispuesto previamente que la inscripción en el Registro Civil, la haría mi padre en el Juzgado de Portalis. Con la convicción de que le había nacido un varón, mi padre lo inscribió con los nombres de “Juan Gil”, Juan por el nombre de él y Gil porque le gustaba.
Pasaron varios días y llegaron en el tren: Betty con la hija. Pasados los primeros momentos con la emoción del encuentro, grande fue la sorpresa de mi padre cuando se enteró que su nuevo vástago no era un varón sino una niña.
Luego de la sorpresa vino la alarma al recordar la inscripción en el Registro Civil y a toda prisa fue al encuentro del Juez. El Juez, cuya lucidez estaba habitualmente impregnada de variados ingredientes alcohólicos, le dio rápida solución: le agregó una A a Juan y DE a Gil, con lo cual pasó a llamarse Juana Gilde.
Algunos meses después se produce el traslado de la familia de mi padre hacia el pueblo de Tostado, casi en la frontera con la Provincia de Chaco. Era este un centro importante, unos 60 km al norte de Portalis sobre el ferrocarril Central Norte.
Esta foto izquierda fue tomada en Tostado, en el patio que daba sobre la calle. En ella aparecen Betty con Juanita en brazos y junto a ellas, de pié, Samuel. Esa foto es del año 1930. Por la indumentaria debe ser verano.
En esta otra fotografía (a la derecha) y en otra parte del mismo patio, están mi padre Juan con Juanita en brazos y a su lado: Betty.
aparece Betty con Juanita en brazos y a su lado: Berta, la esposa de mi tío Abraham, hermano de mi madre y que pienso que estaba de visita. Esto corresponde seguramente al invierno 1930.
De Tostado hacia el norte se entraba en la provincia del Chaco. Yo tuve oportunidad de ver las fotografías de un acontecimiento sucedido en Tostado, varios años antes: una banda de doce gauchos, entre ellos un chico de unos 10 años, tomaron por asalto la población.
Armaron una cabaña de quebracho en medio de la plaza y en ella se atrincheraron. La policía no se atrevió a enfrentarlos. En el pueblo hacían lo que querían. Vino desde Santa Fe, en ferrocarril, una compañía de infantería del ejército, que los rodearon. No aceptaron la rendición y se inició la balacera. El resultado final fue: todos los gauchos muertos, incluso el chico. Numerosos soldados muertos incluso el oficial que los comandaba. Yo vi la foto del montón de cadáveres. Esos eran los gauchos de aquel entonces.
Fue en Tostado que conocí al Cacique Gorocito. Se había hecho muy amigo de mi padre, en los tiempos que mi padre hacía los viajes hacia esas tolderías. Era un indio grandote, que cuando reía era como si tronara y que se pasaba hablando de su amistad con mi padre, a quien llamaba Juancito. Mi padre contaba que una vez le dio o vendió un despertador, lo puso en marcha y se lo dejó. Al viaje siguiente el indio estaba malo porque el aparato se había parado. Mi padre no le había explicado que la operación de dar cuerda, debía repetirla.
Tiempo después, allá por ese año 1930, mi padre se va a vivir al campo que habían arrendado con el tío Arke, unas 400 hectáreas para hacer ganadería y agricultura. Compraban ganado flaco, lo hacían engordar y luego lo llevaban a las ferias para vender. También hacían algo de agricultura, aunque en forma muy rudimentaria, dadas las disponibilidades mecánicas de ese entonces.
A mi me encantaba esa vida de campo. Andar a caballo. Salir a cazar mulitas. Parar rodeo. Trabajo de yerra. En alguna oportunidad integre el equipo de troperos para conducir el ganado hacia alguna localidad.
Cuando me fui a vivir con mi abuela paterna, ingresé a 6º año de escuela. El director llamó a Arón Levin, que era mi tutor, para decirle que yo tenía capacidad para preparar libre el primer año de secundaria. Yo era muy obediente, Arón me dijo que debía hacerlo y lo hice. Le pidieron a Rafael Sirkin, primo de mi padre y brillante estudiante de Ingeniería, que me preparara y así fue como, en poco más de 2 meses, estudié de tal manera que en los dos períodos de exámenes, salvé todas las materias.
Tengo un especial recuerdo del día 6 de setiembre de 1930. Yo estaba haciendo 3º año en el colegio secundario Nicolás Avellaneda y esa mañana llegaron estudiantes universitarios, a la hora de terminar las clases y nos exhortaron a marchar en manifestación, todos, hacia el centro de la ciudad, portando banderas que trajeron y gritando: "abajo Irigoyen". A todos nos gustó la aventura y aunque la mayoría no sabía quien era Yrigoyen y aunque lo supiese, tampoco sabían por qué habrían de gritar ese slogan, todos salimos en manifestación.
A medida que avanzábamos la misma se fue engrosando con nuevos grupos que venían de otros colegios. Al cabo de un cierto tiempo el caudal de muchachos era enorme y ocupábamos la calle Córdoba en todo su ancho a lo largo de varias cuadras, con el grito ensordecedor de: "Abajo Yrigoyen".
Cuando llegamos en las proximidades de mi casa, me desenganché de las filas y me fui. Temprano en la tarde, me fui a visitar a mi tía Katie en donde era recibido con medias lunas o pan con manteca, que me encantaba. Cuando tomé el ómnibus de regreso, el mismo fue detenido y obligaron a que bajara el pasaje. Venía entrando el ejército de Campo de Mayo, que al mando del Gral. José Uriburu tomaría el poder. Esto fue el comienzo de la gran dictadura argentina que duraría muchos años y en lo cual tuvo una enorme gravitación nefasta el estudiantado. Es honesto reconocerlo. Yo me reconozco partícipe, aunque inconsciente e irresponsable, de ese episodio desgraciado. Hacia la tarde mas avanzada, mi abuela no me dejó salir a la calle, porque se oían algunos disparos. A la mañana siguiente, al salir y llegar a la calle Triunvirato vi pegados en las paredes unos grandes carteles que decían más o menos así: "Todo aquel que alterare el orden de cualquier manera, será pasado por las armas". Recuerdo que quedé intrigado porque no sabía el significado de esa frase. En casa le pregunté a mi abuela y ella tampoco sabía. Recién cuando vino Simón y me explicó, empecé a asustarme.
En la 1ª foto que precede, aparece el capataz y único peón; era un paisano magnífico que quedaba deslumbrado con los cuentos que yo le hacía de Buenos Aires. Se llamaba José Gonzalez y era de una habilidad extraordinaria en cualquier actividad campera. El primer chico de sombrero a su derecha es Bernardo Aronson y el otro a su izquierda es Samuel. Los otros 3 chicos son de él. En la foto de caballería, el que está de pie es mi tío Abraham, el 1º a caballo es Samuel; le sigue Gonzalez; luego sigo yo y el último es un hijo de Gonzalez..
En la 3ª foto estoy yo a caballo, bajo una enramada. En la foto más pequeña esta Samuel a caballo llevando a Juanita y finalmente en la última foto se trata de una escena de tarea veterinaria en la que demuestra sus habilidades mi tío Abraham.
En otras esta Juanita en brazos de Samuel y luego de pié pero abrazada por mí. Indudablemente que era una chiquilina que inspiraba el afecto de todos.
En esas fotos puede apreciarse el tipo de construcción que relaté. Como armazón de las paredes se usaron los troncos de árboles que se talaron en el campo y sin tiempo para estacionarlos, se usaron verdes, de tal modo que algunos prendieron y comenzaron a brotar. Solamente algunos techos tenían chapas de cinc.
Indudablemente las cosas no marchaban bien y menos para mantener dos familias. Mi padre comenzó a madurar la idea de buscar otros horizontes, pues había oído hablar de otras perspectivas en otras provincias, especialmente en Entre Ríos.
La foto de los chicos sentados sobre el estribo del auto representa la partida de Betty, Juanita y Samuel hacia Buenos Aires. Mi padre ya se había ido a Entre Ríos. Vendieron el comercio que tenían en Portalis. Arke y su familia se vinieron a vivir al campo, pues el continuaría con su explotación. Yo seguiría unos días más dando una mano. Las 2 fotos, de Samuel y mía con sobretodo, corresponden a un tiempito anterior, cuando mi padre nos compró esos abrigos en Ceres.
En estas fotos aparecemos el mencionado Zize y yo en tareas campestres.
Pocos días después de estas fotos, este amigo me llevó a Ceres en una chata tirada por caballos y cargada con bolsas de trigo. Ahí yo tomaría el tren para ir a Buenos Aires, en lo que sería mi último viaje antes de irme al Uruguay. Era el año 1931. Yo tenía 15 años.
Esta foto corresponde aproximadamente a esa fecha, es decir a la de trasladarnos al Uruguay. En ella aparecen de izquierda a derecha: Betty, mi abuela materna, es decir, la madre de ambas y Katie.
En la fila de los niños: Juanita; Valentín y su hermana también llamada Juanita, ambos hijos de Katie.
Esta foto seguramente fue tomada en Buenos Aires.
Esta foto, tiene como objeto mostrar el típico Ford T de bigotes de aquellos tiempos. Creo que los faros chicos a los costados del parabrisas, eran lamparillas a querosén. También creo que el que está sentado al medio del 1er. plano, el que sujeta la puerta abierta, era Aron Levin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario