Así fue como se contrató el camión de uno de los hermanos Pepe; un camión chata sin barandas. El ataúd, envuelto en un encerado, se ubicó longitudinalmente en la chata, contra la cabina, en el centro, con la cabeza hacia adelante. Eso lo indicaba Pepe pues así lo establecían las creencias, a fin de contrarrestar suertes adversas. El viaje se hacía por Mercedes y el Río Negro se cruzaba en balsa. El problema era el control aduanero que existía en el puente sobre el Río Santa Lucía. Alguien influyente de Young llamó por teléfono a ese resguardo y no pasó nada. Las disposiciones exigían un furgón para el traslado de cadáveres.
Fue en la pensión de Menegazzi en donde conocí a Mami. Fue por el 1938. Ella había venido a Montevideo a hacer Preparatorios, pues no había en San José. Vino acompañada por Doña Luisa, para que le prestáramos algunos huesos, pues los estudiaban en Historia Natural.
Un compañero infaltable que concurría todas las tardes era Gabriel Gerard, un estudiante de medicina, oriundo de Chile. Además de estudiar, se pasaba parado en el balcón para tratar de ver a varios metros de distancia, la dulcinea a cuyo corazón aspiraba. Años después se casaron. En esa casa vivimos los años de pre-guerra y los primeros de la misma. Escuchábamos durante el almuerzo, todos los días a la hora 13, en radio Ariel, el informativo de Mario Bordoli quien era fervoroso partidario de los aliados, con gran disgusto de Don Juan Menegazzi, el padre del gordo, pues como buen italiano era fascista, gran admirador de Mussolini. Recuerdo la tarde de un día de diciembre de 1939, mientras estábamos preparando el examen de Anatomía Patológica que teníamos al día siguiente, escuchábamos por la radio todos los pormenores de la salida del puerto del acorazado alemán Graf Spee, pues se esperaba un gran combate naval al salir de las aguas territoriales uruguayas. Se veían en el horizonte el humo de las chimeneas de los varios barcos aliados que lo estaban esperando.
Fueron años de incertidumbre y de temores. La mayor parte de las noticias que venían de los distintos frentes de combate, eran favorables al eje. Eso era motivo para que mucha gente proclamara sin tapujos sus simpatías por el nazismo y el fascismo. Daban por descontado el triunfo del eje. Había jóvenes, vistiendo uniforme similar al de las tropas de asalto nazis.
Hubieron intensas movilizaciones estudiantiles antinazis, que consiguieron que el Gobierno clausurara un diario pro-eje, creo que titulado “Libertad”, dirigido por un ingeniero llamado Kayel. Aunque nadie quiere recordarlo, hay que saber que el diario blanco La Tribuna Popular era francamente pro-nazi y que El Debate, de Luis Alberto de Herrera, no ocultaba sus simpatías por el fascismo y por Franco. Sé de muy buena fuente, que Herrera tenía en su casa, sobre la repisa de la estufa, la foto de Franco, la que exhibía con orgullo.
Se contaba que uno de los hermanos Meerhoff de aquel entonces, destacado oftalmólogo, al serle allanado su domicilio, le encontraron un documento en donde figuraba de nacionalidad alemana. Interrogado sobre ese hecho, dado que era notorio que era uruguayo, nacido en el Uruguay, respondió: “¿Acaso por nacer en una caballeriza, uno tiene que ser caballo? Eso fue considerado un agravio a la nacionalidad y por tal motivo destituido del cargo que tenía.
(Nota aclaratoria: A mediados de 1936 se fundó una Comisión de Cooperación Intelectual para la “Nueva Alemania” por supuesto Nazi, integrada por 19 destacados argentinos proalemanes de ese momento socio politico, entre los que se destacaban Gustavo Martínez Zuviría, el Premio Nobel de Biología Bernardo Houssay, el decano de la Facultad de Derecho de Buenos Aires Juan P. Ramos, el político derechista Matías Sánchez Sorondo, los médicos Gregorio Aráoz Alfaro y Mariano Castex y los historiadores Ricardo Levene, Carlos Ibarguren y Roberto Levillier.)
La calle de tierra es 18 de Julio y como se ve con huellas de carro. En tiempos de lluvia era casi intransitable, a tal punto, que en la esquina, donde se ve el quiosco, posteriormente conocido como el Kiosco de Pirulo Garcén, se instalaba un muchacho con un caballo, con el cual se podía cruzar la calle por solo un vintén. Ese era el nombre de la moneda de 2 centésimos. Al final de la foto se ve el chalet de Castiglioni, que aún existe, donde estaba instalada la segunda farmacia de Young. La primera era la de Falco Fonseca, posteriormente de Mario Long, y que estaba a media cuadra del kiosco de Pirulo hacia la izquierda.
La fotografía que sigue es del mismo día y tomada en el mismo lugar, pero contra la casa y sobre lo que se supone era la vereda. Sobre un antiguo sofá, junto a la pared, está sentado mi padre. Junto a él y sentada sobre el posabrazo está Michila. A la izquierda de mi padre, sentada en el mismo sofá está Juanita con una pequeña valija en la falda, seguramente pronta para viajar. Finalmente, sentado en un sillón, con cara no muy divertida y con una mano apoyada sobre un cochecito de bebé cual si fuese premonitorio generante, estoy yo.
Esos muebles sobre lo que parece ser vereda, eran parte de los que habían llegado ese día y aún no habían sido entrados.
La foto que sigue es de mami cuando ya éramos novios.
Nuestro noviazgo no era un caso más de amores de estudiantes. Se trataba de establecer una relación de carácter perdurable y a ella nos entregamos. Tuvimos que resolver una incongruencia milenaria. Mami provenía de una familia de religión católica y aún sin ser una ferviente practicante, no le resultaba indiferente lo que a ese credo se refería. Yo provenía de una familia de raíz judía, pero como mi padre no era creyente, yo no recibí educación religiosa alguna y me crié al margen de toda orientación religiosa. Sin embargo, el estudio de la materia religiosa siempre me resultó interesante como ingrediente histórico en la evolución de la humanidad y por su desastrosa gravitación en las relaciones interhumanas.
Estas cosas las discutimos encarando no solamente lo relativo a nosotros dos, sino también y fundamentalmente en lo relacionado con nuestros futuros hijos. Así lo hicimos; nuestro vínculo estaba asentado sobre el sentimiento amoroso que nos unía y quedaba excluida toda invocación religiosa de cualquier tipo, para nosotros y para nuestros hijos, mientras estos no tuviesen la facultad de decidir con su propio discernimiento.
Mis padres, en Young, iban marchando tranquilamente. Mi padre había perdido a su hermano Boris, quien falleció, en la Argentina a causa de un tumor cerebral. Me quedó grabada la frase que pronunció mi padre cuando recibió la noticia: “Siento como que me hubiesen arrancado un brazo”.
Por esos tiempos se produjo la separación de Katie y su esposo. Betty fue a Buenos Aires y trajo a Katie y los dos chicos: Valentin y Juanita, a Young.
En el mes de setiembre de 1943 vino mi padre a Montevideo, en parte a visitarnos y en parte por razones de salud. Era un diabético muy lábil y que había comenzado con problemas en los pies por motivos de circulación. Lo trataba el Dr. Palma y se asomaba la perspectiva de amputar algún dedo. En eso estaban las cosas, cuando comenzó con un problema dental, de un incisivo. El proceso fue en aumento y finalmente comenzó a supurar, lo cual en un terreno diabético adquiría gravedad. Era evidente que se estaba descompensando la diabetes. Palma me pidió que pidiera consulta con un clínico. Era el 21 de setiembre y no encontraba a ninguno. En algún momento contacté con el Prof. Dighiero quien lo vino a ver. Clínicamente hizo diagnóstico de infarto de miocardio. A la mañana siguiente ya estaba en coma y una glicemia dio 20 grs., cifra que el laboratorista me dijo que nunca había visto. En ese momento ya habían llegado de la Argentina, todos los hermanos: Isaac, Aron, Marcos y Simón .
El 23 de setiembre, a las 14 horas falleció.
Recuerdo una anécdota de Arón: en la noche del velorio, ya era muy tarde y muchos estaban dormidos o semidormidos. Andaba caminando Aron, cuando apareció un rabino. Al preguntarle a Aron si era familiar y contestarle este que era hermano, le comenzó a increpar porque no se realizaba ninguna ceremonia religiosa. Arón le contestó que su hermano nunca fue religioso, a lo cual el rabi comenzó a hacerle advertencias severas sobre futuras lamentaciones y que en sus sueños se les aparecería la imagen del hermano haciéndoles reproches y advirtiéndoles arrepentimientos. Arón, luego de escucharlo, le dijo, más o menos lo siguiente: "mire, eso que Ud. dice es verdad, porque antes de Ud. llegar, yo estaba parado frente al ataúd y con los párpados entrecerrados. De pronto se me apareció la imagen de mi hermano, diciéndome que si aparecía algún rabino exigiendo ceremonia religiosa, que lo echara." El rabino dio media vuelta y se mandó mudar.
Las cinco fotos que anteceden, fueron obtenidas por la misma época, en el parque Rivera. En ellas estan: Mami, Juanita y Blanca Diaz.
La desaparición de mi padre nos alteró todos los planes. Teníamos que encarar la situación de Betty, que quedaba sola en Young. Resolvimos con Samuel que levantábamos el apartamento de Carapé. Como él recién estaba por iniciar la carrera, Arquitectura, se iba a Young para ponerse al frente del comercio, en tanto yo me iba a la pensión de Doña Luisa y me llevaba a Juanita. Iba a terminar mi carrera y me radicaría en Young. A partir de ese momento, Samuel podía volver a Montevideo a retomar sus estudios.
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